martes, 13 de diciembre de 2011

De incesto, angustia frustrada y felicidad negada


Felicidad y la angustia, el placer y el dolor. Aspectos completa y absolutamente contrarios, pero al mismo tiempo tan íntimamente relacionadas. Tal como yin y yang, o bien y mal. El uno no puede existir siquiera sin la presencia del otro. A tal punto que no podemos pensar en uno de ellos si el otro. Incluso en ocasiones ambos se entrelazan para complementarse.  
¿Qué es la felicidad más que la ausencia de la angustia? Ambos estado son tan necesarios en la vida del ser humano que la vida no puede concebirse sin alguna de ellas. Incluso muchos tienen como objetivo de vida la búsqueda de la felicidad. ¿Qué sería de nosotros si no viviéramos entre estos dos opuestos? Es dentro de estas contradicciones donde se generan algunos de los estados y sentimientos con los cuales el ser humano se bate en eternos enfrentamientos durante toda su vida: el deseo, la pasión, la lujuria, la ira, la furia, etc.
Tomemos como ejemplo de cómo el ser humano lidia con este estado mediador entre la felicidad y la angustia, el episodio de la película, “El chacotero sentimental”, llamado “secretos”. Antes que nada un pequeño resumen para relacionar todo de manera correcta:
Secretos, cuenta la historia de una familia de Santiago de Chile,  de clase media, y aparentemente muy típica. Todo comienza con una fuerte discusión entre dos hermanas debido a una travesura cometida por el hijo de la hermana mayor, por su parte la hermana menor presa de la ira comienza a despotricar en contra de su hermana, y mas específicamente en contra de su sobrino, llegando al punto de llamarlo “wacho” (bastardo). En este punto su hermana pierde el control y la ataca brutalmente, incluso con intención de matarla. Quien para la pelea y logra tranquilizar a la mayor es el padre a ambas. De modo de flash back, la menor de las hermanas nos transporta a su niñez la cual narra cómo común y feliz, hasta un verano en el que dice ella que todo cambia. Una serie de eventos poco comunes en la vida de esta familia empiezan a suceder, extraños ambientes de tención que en un inicio la protagonista no logra comprender.
 Todo comienza en día en que la madre de ambas estalla en un supuesto ataque de locura al descubrir que la mayor de las dos hermanas está embarazada.  A partir de ese momento la familia empieza desmoronarse poco a poco. Peleas entre madre e hija, constante nerviosismo, episodios psicosis sufridos por la madre de las chicas, un padre que se desentiende del problema, y la niña menor al ver todo este conflicto continuo encuentra refugio en un antiguo armario, desde donde puede ver todo lo que sucede en la casa sin ser ella descubierta.
Todo empeora cuando la condición de la madre empeora, y al mismo tiempo se descubre que la hermana mayor queda otra vez en cinta. La cúspide del drama ocurre el momento en que la madre es descubierta muerta en una habitación de la casa, un supuesto suicidio, partir de ese momento la vida de ninguno vuelve a ser la misma. El Hasta ahora incomprensible historia toma cobra sentido al descubrir  que el padre de ambas jovencitas mantenía una relación de carácter incestuoso con la mayor, y que ambos hijos de la mozuela eran en realidad de él.

En esta enredada historia podemos apreciar de manera muy claro, lo que Georges Bataille afirma en su tratado de 1988 titulado “la felicidad, el erotismo y la literatura”, tras aquel momento de deseo, lujuria y carnalidad  pura se haya el nefasto sentimiento de culpa y remordimiento de haber sucumbido frente a la voluptuosidad. Es decir la angustia que antecede al momento de felicidad. Es el padre quien tras el acto lascivia, siente culpa por haber experimentado un  apetito sexual por su propia hija. Fue ese momento de felicidad meramente pecaminoso el cual incremento y profundizo la angustia de aquel hombre.
Ahora tenemos que tomar en cuenta que en el caso especifico de estos personajes, interviene una cuestión psicológica  bastante compleja, la cuestión compleja. Lo que presenciamos es un clásico caso de un complejo de Electra. Existe una teoría freudiana que dice que durante los primeros años de vida, la niña ve a su padre como única opción de pareja sexual, pero que al crecer y sintiendo lo imposible de este impulso, sus deseos sexuales son reprimidos pero no de manera completa, puesto que posteriormente, al momento de buscar pareja sexual buscara reflejar estos deseos reprimidos, localizando a posibles compañeros sexuales que compartan ciertas semejanzas con el padre de la joven. Son estos deseos reprimidos, sumados con una patología de una atracción sexual del padre por su hija, las que crean este complejo escenario. Estos impulsos sexuales impasibles son creadores de la angustia que aqueja a ambos personajes, porque al liberar su animalidad interna encuentran por un efímero momento de felicidad al dejarse llevar por sus apetitos carenares y sucumbir ante la voluptuosidad del otro. Pero como dice Bataille es su texto la intensidad de la felicidad y el experimentar la voluptuosidad profundizan la angustia.
Con lo que nos encontramos en esta historia es la estrecha relación de la felicidad y la angustia, esa “muerte-nacimiento”[1], esa busque da del grial en la que el hombre, en este caso el padre, se lamenta al mismo tiempo el haber sucumbido a la carnalidad como el haber perdido la felicidad.
En ese momento en el que el padre está junto a su hija, desnudos en la cama, me recordó la cita tomada por Bataille, de la obra de Chazal. Ambos no solo recapacitaron acerca de su desnudez física, sino que sintieron en su interior aquella desnudez espiritual, la cual solo se experimenta en dos ocasiones, cuando un individuo se encuentra en completa soledad y empieza a indagar su interior, o cuando dos personas se liberan de cualquier barrera para fundirse en uno mismo. Es esa “sensación de fusión” entre ellos la cual comunica la voluptuosidad.
Partiendo del hecho de que la desnudez humana es natural. El problema en el caso que no concierne es que desde el punto de vista humano, lo sucedido entre los dos personajes de la historia no tiene nada de normal. Es repudiable desde cualquier punto de vista desde el que se quiera abordar el asunto, y no es por verlo de una forma moralista, pero el se podrá considerar que los personajes han atentado contra la moral. Desde siempre se nos ha incitado a mantener un actuar púdico, pero lo que encontramos en estos sujetos es todo lo contrario.
Pero tenemos que reconocer que es exactamente esto lo que le da una alta carga erótica literariamente hablando. Lo prohibido siempre ocasiona en el sujeto una excitación natural, una  alteración involuntaria de los sentidos que nos sumerge en nuestros deseos carnales mas ocultos, puesto que lo prohibido, lo condenado nos ofrece una oportunidad única, angustia. La felicidad que nos ofrece el sufrimiento de haber cumplido un oscuro deseo es la máxima prueba de que la felicidad y la angustia, el placer y el dolor. Están más juntos de lo que creemos.


[1] El termino es utilizado por Bataille en la página 93

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